Cada uno se hace así mismo



CADA UNO SE HACE ASÍ MISMO


 

https://youtu.be/64JT5NtJWcUhttps://youtu.be/64JT5NtJWcU


Contexto 

Creé, hace muchos años,  este curso de formación E-learning y lo impartí, desde Vigo,  a directivos de diversos puntos de España que previamente habían realizado su suscripción al mismo. Te invito a ver los videos en los que me apoyé para impartirlo, que iré adjuntando a los diversos artículos que escriba en este blog sobre el mismo.

El curso original, (seguiré manteniendo la misma estructura de entonces) constaba de 5 apartados: 1. Introducción, 2. Visión de Helicóptero, 3. Liderazgo personal,  4. Liderazgo Organizacional, 5. El Líder Coach. Si estás interesado en el tema te invito a leer,  en este mismo blog,  los artículos que vaya escribiendo, con el título de Construyendo Líderes.

Cada uno se hace así mismo

 Si hablamos de construirnos a nosotros mismos, si hablamos de cambios, lo primero que hay que aclarar es en qué medida este objetivo personal está bajo nuestro control personal. El otro parámetro que debe acompañar a todo objetivo personal que nos marquemos,  es el que el objetivo sea ecológico, es decir,  en que medida y con qué intensidad se va a producir e incidir en nuestro estilo de vida actual, que impacto va a tener en las personas que nos rodean y en nuestra vida en general. A estos dos parámetros hay que añadir los demás que acompañan a cada objetivo que nos marcan en las empresas: que sean medibles, pesables, evaluables, que nos permitan saber en todo momento si nos acercamos al mismo o retrocedemos, etc. 

 

¿Está la construcción de nosotros mismos bajo “nuestro propio poder personal”?

Nacemos con una serie de instintos que activan todo un conjunto de comportamientos.  Si le metemos un dedo a un bebe en la boca, este lo chupa: nacemos con el instinto de succión. Aparecemos en este mundo cada uno de nosotros como únicos e irrepetibles; somos  fruto, en primer lugar, de la tómbola genética (no elegimos a nuestros padres) y, en segundo lugar, del ambiente, todo aquello que no viene codificado en nuestro ADN (de la tómbola ambiental: podemos haber nacido en Samoa, en lugar de haber nacido en España).  Nuestra irrepetibilidad viene dada por la interacción entre genes y ambiente.



Lo dado  y lo adquirido

La respuesta a la pregunta de arriba está en los genes y en el ambiente y también entre el determinismo y el libre albedrío.

A mí, desde un punto de vista pragmático,  me gusta definir la libertad como el número de opciones que una persona tiene ante una determinada situación. Decimos en el coaching que si no tienes ninguna opción estas muerto; si solo tienes una opción eres un esclavo; si tienes dos estás ante un dilema, lo cual llevamos mal los humanos. Tendríamos que ser capaces de construir, ante cualquier situación que se nos presente, 3, 4 o 5 opciones para movernos en la vida con un grado de libertad funcional y operativo.

Por lo que respecta a nuestra propia construcción podemos sintetizar lo que sabemos de la ciencia de esta forma: 

un 80 % de las personas, tienen un 25% de influencia de  lo dado (genes, no modificables) y un 25 % de influencia de la educación temprana no modificable (lo adquirido). Le quedaría, por lo tanto,  un 50% de espacio de libertad para tomar decisiones propias y construirse a su medida.

Al 20% restante de personas les sucede que debido a las condiciones de sus genes,   o a su anómala educación temprana, le disminuye  su grado de libertad, por lo que este ya no llega al 50%.


Constrúyete a ti mismo

A todos nos suena aquello de “Conócete a ti mismo”, como una frase, o mejor, un precepto, que se leía en el frontispicio del Templo de Apolo. Hablamos, naturalmente, de la antigua Grecia, allá por el año 500 antes de Cristo, de la ciudad de Delfos que estaba situada al pie del monte Parmaso y en la cual se encontraba el templo, que era uno de los principales centros religiosos de la Grecia de entonces.

 En aquellos tiempos se consideraba a la persona como un “ser inmutable”. Hoy en día, la ciencia nos dice todo lo contrario. Sostienen que cada uno de nosotros se está haciendo permanentemente cada día, desde que nace hasta que se muere. Si Sócrates viviese hoy, es probable que no cogiera  el precepto del Templo de Apolo como guía moral y lema de vida, como camino a seguir para alcanzar la propia madurez  el “Conócete a ti mismo”. Lo cambiaría por otro de podría decir: “Constrúyete a ti mismo”.  En aquellos tiempos no conocían lo que hoy sabemos, gracias a la ciencia, del cerebro humano: que cambia constantemente, que su bioquímica, su anatomía y fisiología, cambia día a día en función de sus interacciones con el entorno, con el medio ambiente en el que se desenvuelve.

 Yo creo que ya lo intuían los antiguos griegos cuando nos decían aquello de “nunca te bañarás dos  veces en el agua del mismo río” (cito de memoria, no sé si literalmente, pero si en esencia). A esto hoy la ciencia le llama “Plasticidad del Sistema Nervioso Central” y que supone que todo conocimiento, información, percepción sensorial que entra en el cerebro, opera en alguna medida, cambiándolo. Si  vais a un curso, no sois los mismos el primer día de curso que el último. De aquí que los cursos ¡siempre valen para algo! Por eso, a mi juicio,  la formación no puede pensarse exclusivamente al servicio de las necesidades y requerimientos del sistema productivo. También, debe satisfacer necesidades de carácter cultural, social, ético y sobre todo de desarrollo personal, que no responden de manera única a las necesidades de los sistemas productivos, que también, sino  a necesidades humanas más amplias.

La cuestión clave es saber cómo cada uno de nosotros  podemos utilizar y dirigir ese 50%  que tenemos de libertad para construirnos y no dejarlo al azar. 

Recuerda aquello de pasar del “yo soy yo y mis circunstancias” al “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.  

 






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